viernes, 8 de octubre de 2010

Lista de precios por ensuciar




Carlos López .(4Esquinas)
Como es ya de conocimiento general de la ciudadanía, los gobernantes locales y los patanegra del pensamiento social ribereño han suscrito un rimbombante pacto cívico. Lo han buzoneado, se puede leer en las primeras páginas de la revista municipal. Cualquiera que lo lea entero se puede llamar a engaño, como ya ha quedado dicho aquí, puesto que lo explicaron en rueda de prensa, se trata de que el ciudadano ensucie menos o no ensucie, ní más ni menos.
Digamos que este pacto viene a ser aquello de los reiterados avisos por megafonía en la estación, aquello de «se ruega a los señores viajeros que no crucen las vías, utilicen los pasos subterráneos», hasta que el avisador, harto de repetir el mensaje hasta la extenuación sin que le hagan caso, decide soltar el contundente mensaje de «¡cojones! que no crucen las vías ¡coño! que pasen por debajo de ellas». Esto viene a ser el pacto cívico pero en lenguaje finolí y con multas.
«La plantilla al completo de la Policía Local de Aranjuez va a volcarse en el seguimiento de las acciones que forman parte de la mejora de la limpieza y el aseo urbano de la localidad», reza una nota de prensa de alcaldía. Se avisa de que los agentes impondrán multas por conductas «incívicas» y se adjunta una tabla con las diferentes sanciones previstas. A saber:

-Por arrojar desperdicios a la vía pública: 100 euros.
-Depositar residuos fuera de los contenedores: 125 euros.

-Depositar residuos fuera de los horarios: 150 euros.
-Arrojar octavillas y publicidad: 800 euros.

-Por no recoger una deyección canina: 750 euros.
-Por colocar carteles en lugares no permitidos: 800 euros.

-Por realizar pintadas no autorizadas: 1.500 / 3.000 euros.
-Por causar daño en el mobiliario urbano: 50 euros.

-Destruir elementos vegetales: 50 euros.
-No retirar los escombros de la vía pública: 1.500 euros. 


Me pregunto, a la vista de esta «lista de precios», por qué romper un banco o una farola vale sólo 50 euros mientras que dejar la caca del perro por el suelo supondrá la friolera de 750 euros. Tampoco entiendo cómo ahora se pretende multar con hasta 3.000 euros a los grafiteros cuando se les ha adiestrado en el pasado en la mismísima Universidad Popular y en las fiestas hasta se hacen concursos a ver quién pinta mejora las paredes. Me pica la curiosidad por saber cuáles son esos lugares no permitidos para colocar carteles, alguien debería hacer una relación. Al menos antes ponían aquello de «prohibido fijar carteles, responsable la empresa anunciadora» en los lugares protegidos. Y el horario para tirar residuos ¿cuál es exactamente? Por ejemplo, alguien que entre a trabajar a las cuatro de la tarde y salga de madrugada ¿podría tirar la basura sin que le pongan una multa? Por cierto, si lo que quieren es recaudar, basta con camuflarse un rato cerca de cualquier contenedor para observar cuánta gente deja «residuos fuera de los contenedores».
La prueba de lo absurdo de toda esta situación no es otra que el tiempo que llevan vigentes estas multas sin que se aplique en serio el ardor guerrero de persecución al vecino. Parece un empeño hercúleo que sólo lograría un gran enfado en el bajo porcentaje de ciudadanos que resultaran multados mientras otros, también suceptibles de ser castigados, se irían de rositas. A nadie le gusta quedarse con cara de panolí y el complejo de ser al único tonto al que han pillado in fraganti.
Me sigo preguntando qué habrá movido a los excelsos pensadores ribereños a tomarla con la limpieza. Están menos feos cuando marean la perdiz del modelo de ciudad, aunque no lleguen nunca a alguna conclusión investida de sentido común.

jueves, 7 de octubre de 2010

El conejo ciudad sale de la chistera



Carlos López (4Esquinas)
Miren detenidamente la fotografía. La alineación de izquierda a derecha (geográfica) es la siguiente: Cristino Domenech (el Cristino de toda la vida, ), Paz Medina (la concejal de Participación Ciudadana), Jesús Dionisio (alcalde de Aranjuez), Carmen Rodríguez (vicepresidenta del Consejo Ciudad) e Inmaculada Cárdenas (representante de UGT). Tanto Domenech como Inma pertenecen a la cúpula directiva del Consejo Ciudad.
Échenle imaginación y traten de adivinar de qué iba la rueda de prensa que se disponían a iniciar en ese momento. Bien pareciera, por la solemnidad de los gestos, el despliegue de la mesa, los micrófonos, que siempre dan su prestancia, que iban a anunciar algo que cambiaría las vidas de los vecinos que residimos en Aranjuez. Pues no, simplemente nos iban a conminar a quienes a aquí vivimos a que no ensuciemos el suelo cuando salgamos a la calle, que tiremos la basura a nuestra hora y que no pintemos las paredes. Y lo harían como si del invento de la pólvora se tratara, o quizás las nuevas sopas de ajo si nos apuntamos a los tiempos de gastronomía deconstruida que vivimos.
Para lo que ha quedado la izquierda. Lejos quedan los grandes mensajes a la sociedad. Digo izquierda porque los cinco «ponentes» pertenecen a la izquierda ribereña, cada uno desde su ámbito. Unos con más solera, otros con menos, pero izquierda a fin de cuentas. Parecía que eso de vaciar los ceniceros, baldear un poquito la calle o recortar los setos del jardín quedaba como un poco burgués, asuntos menores para gente sin ideología que no sabe perder el tiempo de manera ingente en discusiones bizantinas sobre el modelo de ciudad.
Al menos ya sabemos que la izquierda ha devenido en una especie de aficionados a la ciudad patena y para ello ha cogido el megáfono y se ha puesto a llamar guarros a los vecinos. Lo hacen de manera fina con frases del tipo «la ciudad es la casa que todos habitamos, el espacio de convivencia donde nos relacionamos en un acto inteligente» o «hay que propiciar y cuidar los espacios que ayuden al intercambio entre discrepancia y coincidencia». No sin caer en ese bizantinismo antes aludido y que tanto echan de menos, «constantemente debemos reflexionar, entre todos, sobre la ciudad que tenemos y la que queremos».
Y, así, después de sesudas sesiones, todos los que conforman el Consejo Ciudad «tras un período de reflexión» suscriben un compromiso que tiene como objetivo con la ciudad de Aranjuez el de «mejorarla, erradicar las conductas incívicas y promover un sentimiento cómplice y solidario que nos mantenga activos para asegurar nuestra convivencia y dignificar, aún más, la ciudadanía ribereña». Chimpún.
¿Y cómo se va a lograr esto? Pues con muy poca originalidad, mire usted. Van a contratar una cuadrilla que pase la fregona a las calles durante el mes de octubre y van a ordenar a la Policía Local que se fije más que de costumbre para poner multas a los guarros. Multas que están ya estipuladas hace mucho tiempo, por cierto. Pero dónde va a dar, levanta más la líbido cascarle a un vecino una multa de 750 euros por no recoger el cirotillo del perro, conminándole en nombre del «pacto cívico», que hacerlo simplemente porque lo dicen las ordenanzas y son las normas de funcionamiento.
Vamos que esto es algo así como si Ronaldo, Higuaín y Di María hacen público un pacto cívico con el que anuncian que van a meter muchos goles. Coño, para eso se les ha fichado ¿o no?
Con este precedente, el día que se reúna el Consejo Ciudad para abordar la deuda municipal, me imagino que llegarán a la conclusión de que hay que ser más perseverantes a la hora de perseguir al ciudadano con la tasa de la basura en la mano. O quizás se les ocurra la contratación de alguien para que juegue todos los días a la bonoloto en nombre del Ayuntamiento, a ver si hay suerte.
Por cierto, aclararon en la rueda de prensa que los miembros del Consejo Ciudad no cobran, que desarrollan su labor por la patilla. Con las conclusiones a las que llegan, tendría narices que les pagasen. Eso, cuando nos toque la bonoloto.